El Reiki es un antiguo arte de armonización natural que utiliza la imposición de manos como medio para el desarrollo del autoconocimiento, la transformación y sanación de nuestro cuerpo, mente y espíritu.
La palabra Reiki es de origen japonés y significa: energía vital universal. La sílaba “Rei” (kangi) describe el aspecto universal e ilimitado de esta energía; mientras que “Ki” es la fuerza energética vital que fluye de todos los seres vivos. Esta sílaba tiene el mismo significado del “Chi” para los chinos; “luz o espíritu Santo” para los cristianos, “prana o maná” par los hindúes, la “baraka” para los maestros Sufís o “energía cuántica” para la física moderna.
Iniciado el camino de aprendizaje, una vez que la persona ha sido sintonizada por un maestro para ser canal de Reiki, la energía vital fluirá por sí misma a través de sus manos y el practicante mantendrá esta habilidad por el resto de su vida. Debemos tener muy en cuenta que nos convertiremos en canales de esta poderosa energía y que si la necesitamos debemos de acercar nuestras manos al cuerpo, objeto o receptor de la misma. La persona que recibe Reiki puede estar segura de que no recibe nuestra energía, ni nos quedamos con nada de ella. El Reikista no agota su energía ya que sólo es un canal.
Reiki trabaja en forma holística alcanzando todos los nivele de existencia y procura traer a la luz de la conciencia un estado profundo de equilibrio, que en Oriente es conocido como “Iluminación o Satorí” y en occidente podemos denominarlo “Estado de plenitud”.
Durante este camino la energía vital nos permitirá transformar el estrés y la angustia en alegría, paz y bienestar, a partir de estar más relajados, atentos y más conscientes de lo importante. Este cambio de percepción nos brindará la posibilidad de un entendimiento cabal de nuestro universo y así poder mejorar nuestra calidad de vida.
Una de las grandes cualidades del método creado por Usui es que, aunque en su naturaleza es espiritual, puede ser aprendido y practicado por cualquier persona, no se necesita ninguna clase de fe, creencia o conocimiento previo, pueden usarlo con éxito gente de toda edad, creencia y pensamiento.
En Estados Unidos y Europa este método se utiliza cada vez más. En el primero de los países hace más de diez años que fue declarado oficialmente como medicina complementaria, y se lo practica ya en más de cien hospitales. En Alemania sus seguidores son cerca de un millón y en Argentina ya superaron los cien mil. La OMS lo considera dentro de la Medicina Complementaria como método para integrar la mente y el cuerpo.
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